octubre 24, 2008

Medicina Mapuche


El escritor, etnógrafo, educador y filósofo, experto en cosmovisiones aborígenes del cono sur nos regala un diálogo esclarecedor y profundo sobre el arte de sanar en la medicina mapuche y sobre la Ontoescritura o autochamanismo, técnica que aplica para sanar.

Ziley Mora:
“POR IGNORANCIA PREJUICIOSA Y POR SOBERBIA ETNOCéNTRICA DESCONOCEMOS LA MEDICINA MAPUCHE”

Escritor, etnógrafo, educador y filósofo, consultor independiente en procesos humanos, experto en cosmovisiones aborígenes del cono sur americano. Especialista en latín y griego y director de numerosos seminarios y talleres de escritura creativa Ziley ha escrito más de 18 libros, la mayoría vinculados con las culturas aborígenes, el chamanismo, la medicina ancestral, la filosofía y religión de dichas culturas.

Es creador, además de la disciplina denominada Ontoescritura o Semántica Trascendental, una propuesta de desarrollo del ser, a través de la dimensión terapéutico-epistemológica que posee particularmente la escritura autobiográfica. Un hombre múltiple y profundo que quiso regalarnos este diálogo sobre la sanación a través de la mirada mapuche.

¿En qué consiste el arte de sanar de la medicina Mapuche?

Consiste en expulsar –vía ritual exorcista llamado Machitun- lo extraño a la individualidad (wekufe) para en su lugar reinstalar una perdida dimensión de la conciencia, una energía del yo que ha sido “robada” o secuestrada por un agente malévolo humano , por un agente natural, entes o energías con cierta autonomía, o sobrenatural, espíritus y demonios diversos.


La enfermedad es una suerte de “quiste anímico”, una “posesión parásita” que una vez llegada desde fuera de la persona, se instala dentro con autonomía, confundiendo y desorientando al ser humano, para luego comenzar un sistemático “chupar” la sangre -la energía mejor- lo que en la cultura mapuche a éste fenómeno se la personaliza con el nombre de “witranalwe” o agente succionador del alma.

¿Y el de salud?

La salud es un estado de ánimo que implica la plena y total posesión de sí, sin espacios interiores (pensamientos, emociones) dejados como “ahí se van”, sueltos y sin control firme del Yo. Una persona se mejora cuando recupera este control a causa que una nueva conciencia de sí, volviéndose a apoderar de todas las energías del alma.

Estar sano es estar libre de malos pensamientos...

El “estar sano” o el permanecer bien de salud, en mapudungun, se dice konangen, que literalmente quiere decir: “ser dueño del estado del guerrero”. Lo que implica que el concepto de salud tiene directamente que ver con el cultivar un estado de vigilia “guerrero”, activo y lúcido; lo que a su vez tiene que ver con la posesión y el dominio de toda la energía corporal, la que siempre es regida por el “golpe de timón” que a diario debe ejecutar la conciencia.

¿Cómo se obtenía ese estado de vigilia?

Antiguamente, parte de las ascesis guerrera de múltiples ejercicios de un perdido “arte marcial” coadyuvaban a ello, las alianzas secretas con los vegetales y los animales, los baños y abluciones sagradas antes de la salida del sol, la dieta privilegiada de frutos silvestres recogidos con gotas de rocío, las plantas de los faldeos volcánicos, las flores disecadas, las bebidas fermentadas de raíces, etc.

¿Cuál es el rol que juegan los pensamientos y las emociones en la salud y enfermedad de una persona?

Un rol clave, ya que la mente y sus pensamientos son el factor que justamente hace enfermar, a causa de “quedar mal colocadas las palabras en el alma” unas “malas palabras” –weda dungun- arrojadas sin conciencia y recibidas de la misma forma.

¡Por eso habla de la no existencia de enfermedades en la cosmovisión Mapuche!

Sí, de ahí la gran astucia y sabiduría médica ancestral de no crear la palabra “enfermedad”, de no incluirla en su léxico cotidiano. Sin la palabra no existe en el concepto, y sin el concepto la mente no puede crearla o materializarla en el cuerpo. Hasta el día de hoy no se debe hablar de “enfermedades” delante de los niños para no “llamarlas” y hacerlas posesionar en las frágiles mentes infantiles, las que aún no han creado en sus almas los propósitos indomables para combatir esos agentes externos que provocan la insania.

A su juicio, ¿por qué es tan poco conocida esta medicina en nuestro país?

Por ignorancia prejuiciosa y por soberbia etnocéntrica. Por la soberbia y la ceguera occidental que –junto con prestigiar exclusivamente las fuentes científicas del conocimiento europeo, etnocentrismo, lleva a juzgar como “no científicas” otras fuentes de conocimiento cuyo método no es la observación de laboratorio sino la observación socio-empírica de las energías sutiles, al interior de las mentes humanas, en donde se operan sus secretas comunicaciones.

¿Cuáles son los aportes de la Medicina Mapuche al hombre moderno?

Le aporta una concepción anímica y de la psiquis donde lo clave para la salud son las praxis del despertar, las del “alerta guerrero”, que lo esencial son las “practicas de poder”, de individualidad, de carácter y de autonomía.

Le recuerda que las razones y causas profundas de los estados mórbidos se encuentran no en la presencia por cercanía o por contagio de los agentes patógenos, sino en debilidades anímicas y volitivas que tiene que ver con abandonos del si mismo, dejando fisuras inconscientes en el carácter por donde es succionada la mejor energía, descompactando la totalidad individual propiciando así el ambiente para allí “hacer nido” los dichos agentes patógenos de las enfermedades.

¿Y qué aporta en términos de las formas de curar?

Le recuerda que el rasgo curativo fundamental del médico no sólo es la sabiduría, darse de cuanta respecto a cual fue el verdadero orden que se alteró y la causa profunda de un mal, sino el poder para así sanarlo. Fundamentalmente se trata de un poder exorcista, un poder de sugestión y una habilidad para conectarse con los espíritus benéficos de los ancestros, poder que además está vinculado con un lenguaje amedrentador a los “demonios”; es decir al saber expulsar las energías parásitas con autoridad. Antiguamente, el nombre del médico era ampife, que literalmente quiere decir: “el que sabe ordenarle con imperio al alma”.

¿Dónde encontramos esta medicina en la actualidad?

La encontramos en el ritual del Machitún y en las artes de la machi, la que con toda su “puesta en escena” intenta impactar al enfermo hacia una confianza fundamental en que por medio de ese rito, se le reestablecerá la salud perdida. A causa de la eficaz exhibición de poder de esta mujer chaman, la persona enferma experimenta la seguridad de que a partir de allí comenzará a experimentar su propio poder, porque se ha recuperado el orden interno ya que es evidente que se le sacado el mal, la machi se las ingenia para mostrarle al paciente las pruebas. Es fundamentalmente un rito de poder, donde se apela a “autoridades” y a evidencias que tienen que ver con el orden oculto.

¿a parte del Machitún, dónde más encontramos esta medicina?

La encontramos también en la cada vez más perdida farmacopea vinculada a la fauna y a la fitobotánica ancestral, en ciertos “animales aliados” y en otras ciertas “plantas de poder”, las que tienen un misterioso vínculo mítico con los órganos del cuerpo, propiedades que suplirían las sustancias benéficas de ellos cuando caen en un deterioro.

¿La Ontoescritura es una manera de acercar esta mirada a quienes están lejos de ella?

Sí, consciente de ello diseñé una nueva disciplina, la Ontoescritura, que no es otra cosa que un “autochamanismo”; es decir, una traducción del machitún mapuche autoaplicado a uno mismo mediante una guía y en donde la persona va sanándose a través de escribir o narrar aquello que la enferma.

Cuéntanos un poco más de qué se trata.

Esa guía es el lenguaje, vale decir, este método se centra en re-interpretar los sucesos biográficos dolorosos, o que nos enfermaron, en narrarlos de nuevo para así “exorcizarlos” desde una posición distinta a la que se estaba mientras pasó el evento. Y al escribir dichas experiencias, ocurre que es el mismo acto de narrar es el que cura, ya que ese texto revela nuevos sentidos. Al paciente, solito, se le alumbran nuevas revelaciones de lo que allí estaba escondido y que en su momento no fue visto ni comprendido. Varios títulos de mis talleres que doy tanto en México como en Chile apuntan a este sanación.

terra.cl


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